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El Monte
De
Los Olivos

La Palabra De Dios

Lucas 22:39-44

“Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.” Lucas 22:39-44

Reflexiones

“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra...” Mateo 6:9-10.

“Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú...” Mateo 26:39.

En el jardín, el alcance completo de la misión de Jesús—y todo lo que la voluntad del Padre requeriría de Él—se convirtió evidente de inmediato: la traición desleal de uno de los suyos; la burla de los soldados; un juicio injusto en el cual los políticos culpables le dieron sentencia a un hombre inocente; le pegaron brutalmente; y luego la cruz, portando espiritualmente la carga demoledora de cada delito cometido alguna vez—pasado, presente, y futuro.

Como usted ve en la serena escena del jardín, considere la angustia que Jesús tuvo que haber tenido y la tensión mental a como el trató de aferrarse a la voluntad del Padre: “Padre, si es posible, permite que pase esta copa delante de mí...”

A lo largo del Antiguo Testamento, la copa significó la ira de Dios; fue un símbolo de la sentencia contra el pecado el cual Dios hace beber a las naciones rebeldes. Jesús es el único quien alguna vez vivió quien no tuvo pecado que contribuye a la copa, quien no mereció beber de la ira de Dios – y aun así, aquí, en el Monte de los Olivos, Él se sometió a la voluntad de su Padre: “Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?

Una lección poderosa y sanadora puede ser encontrada aquí: La mayoría de nosotros hemos sido decepcionados por alguien a quien amamos, quizás uno de nuestros progenitores, el mejor amigo, cónyuge, o hermano(a). Justo cuando usted más lo necesita, ellos nos traicionaron, nos abandonaron, o nos hirieron. El Monte de los Olivos nos enseña que cuando nosotros necesitábamos de alguien, Jesús estuvo de pie para la ocasión. Nadie más podría hacer lo que Jesús hizo por nosotros y Él fue fiel para hacerlo cumplir, a un gran precio para sí mismo. Podemos contar con Él que fue fiel al Padre, fiel a su comisión, y fiel a nosotros.

Oración

Señor Jesús, Gracias por aceptar tú misión; Gracias por ser la persona en mi vida en quien yo puedo poner mi confianza, sabiendo que tú nunca me decepcionarás. Debido a tú sacrificio, yo puedo tener una nueva vida. Tú sabias que habría un precio, sin embargo, de todos modos tú bebiste de la copa. Ayúdame a deshacerme de todas las decepciones terrenales y celebraré en su lugar la verdad de esta promesa, que tú creaste un camino para reconciliarme con el Padre celestial y para remover la carga de mis pecados de mis hombros. En el nombre de Jesús, Amén.